Se clavan los calçots en un alambre, se ponen sobre una parrilla
y se cuecen directamente sobre la llama.

Cuando ya están blandos, se envuelven con papel de periódico para mantener el calor.

Con una mano se coge por las hojas y con la otra se estira la piel quemada.

Se unta la parte blanca en la salsa de calçots, y ¡para adentro!

¡Hay que llevar babero para no mancharse!